sábado, 26 de mayo de 2012

La niña de mis ojos.

Llevábamos toda la vida juntos. Desde pequeños, desde la primera vez que la vi entrar por la puerta del aula de primer curso de primaria, supe que la amaba. Tímidamente, me acercaba a jugar con ella; jugábamos a que yo le pedía matrimonio con un anillo de plastilina hecho por mí mismo, con todo mi esfuerzo, mientras ella reía diciendo: "¡Quizás cuando seas más mayor!". Entonces yo, entusiasmado, preguntaba con un brillo de ilusión infantil en los ojos: "¿Me lo prometes?". "Te lo prometo". 

Esa promesa no fue en vano. Pasé toda mi infancia a su lado; compartíamos el mismo grupo de amigos, aunque ella también tuviese amigas con las que jugar a las muñecas. Aquellas tardes en las que quedábamos todos juntos -incluyendo las dos o quizás tres chicas que también se venían en los recreos con nosotros- en el parque de cerca de casa para jugar a fútbol. Y ella siempre estaba allí. Puntual. Y, después, la recogía su padre en coche para ir a las clases de karate, aquellas clases a las que nunca me dejaron apuntarme por el mero hecho de que odiaba el karate. Pero, mientras tanto, allí estaba ella, robándome todos los balones, corriendo tras la pelota, chutando y ,a veces, fallando el tiro mientras yo los paraba -solía ponerme de portero; prefería ser el portero para parar los balones que ella me lanzaba-, cayendo. 

Nunca entendí porqué no me tomaba en serio cuando, en San Valentín le decía "Te quiero; cásate conmigo." ¿A caso era tal cosa un chiste? Ella siempre me contaba a mi los chicos que le gustaba cada cierto tiempo, era muy enamoradiza. Siempre acababa yo hablando con alguno de ellos para sonsacarles información y saber si era correspondido su amor. Siempre decía lo mismo: "Ése es el amor de mi vida. Es el chico más guapo de todo el universo". 

Hubo un tiempo en el que nos separamos tras el paso al instituto. Ella se fue, con su mejor amiga, al instituto que tenía más cerca de casa mientras yo me quedaba allí, en el colegio, con el resto de los amigos. Nos seguíamos viendo por las tardes, pero no era lo mismo. Ahora prefería salir con sus amigas a quedar con nosotros a ver el partido de la semana. La veía de lejos, por la calle y apenas la podía reconocer: la niña que  tanto quería desde siempre se había transformado en una mujer sin  haber pasado por la etapa de "chica-adolescente", o al menos yo no me di cuenta hasta aquel momento. 

Era preciosa. Tenía el pelo mucho más largo, se le movía mientras andaba, al igual que todas las curvas de su cuerpo. Pero seguía teniendo esa sonrisa, la que me quitaba el sueño por las noches. Y cuanto más la miraba, más lejos la sentía. "Sigo esperándote. Dijiste que cumplirías tu promesa y ni siquiera me hablas ya." quise decirle más de una vez en un mensaje; pero nunca me atreví. Nuestros padres eran amigos y quedaban para ir a la playa mientras ella quedaba con sus amigos. ¿A caso no querría verme más? ¿Ni aun así podría disfrutar una vez más de una de sus acarameladas miradas? 

No pudo huir de su destino: acabó destrozaba tras cortar con su primer novio, un niñato, un chico malo que le gustaba presumir de un buen par de tetas y un culo donde mojar pan. Solo la quería por presumir ante sus amigos. "Está como un queso", decían todos. Pero, es que resulta que ese queso tenía sentimientos. Ese queso era una flor delicada y aquel chaval no estaba dispuesto a regarla todos los días. Se cansó de ella y, en cuanto vio otro queso con más agujeros, la tiró a suelo y se fue a tomar polen de otra flor.

Me dijo que sentía muchísimo habernos separado y que, en ocasiones, cuando se peleaba con su amiga, me echaba de menos. Era hija única y para sus padres siempre fui como un hermano suyo. Incontables fueron las veces que, durante la primaria, iba a su casa a almorzar después del colegio, a merendar, a hacer la tarea juntos, a ver Doraemon... Pero ella no quiso valorarlo hasta que se dio de bruces. Y ahí estaba yo, poniendo mi hombro para que llorase por alguien que no la merecía, ella, tan inofensiva, tan sensible,... no se merecía aquello.

Llegué a pensar que no pasaría nada si ella no llegaba a cumplir nuestra infantil promesa. Al fin y al cabo, ella no se quiso dar cuenta de lo que al menos yo sentí y quería con todas mis fuerzas. Y a medida que se multiplicaban los clinex usados, amontonados sobre su cama haciendo una pirámide, me hacía más consciente de que todo en la vida no se podía lograr, que no siempre se podía tener todo. Ya tenía unos resultados académicos perfectos, unos amigos maravillosos y dos padres que me querían, ¿qué más podía pedir? Si en el fondo no la necesitaba, no sabría qué hacer si mi mayor sueño (un beso por el día de mi cumpleaños) se hiciese realidad.

Pero el destino lo quiso así. Días más tardes, quedamos ella y yo en el parque donde jugábamos de pequeños. Decía que tenía algo importante que decirme, que no podía esperar. Me esperé lo peor: pensé que  a lo mejor quería que dejásemos de vernos definitivamente, porque no la estaba ayudando en su problema. Todo lo contrario: "Muchísimas gracias por todo lo que has hecho por mi últimamente. Siempre fuiste mi mejor amigo y no te valoré como te mereciste. ¿Me perdonas?" .Ante eso, lo única que se me ocurrió decir fue: "No puedo perdonarte por que no hay nada que perdonar, ¿me oyes? Los amigos están para eso. Y si el resto de tus amigos no hacen lo que yo, será porque no se merecen que los llames "amigos"." 

Entonces, me abrazó, esta vez con una sonrisa en los labios y dijo: "Eres un regalo caído del cielo. ¿Cómo no me pude dar cuenta hasta ahora?" Sí, me besó, y ahora es mi esposa y tenemos una hija. Vivimos cerca de la playa, en una de las casas que ella siempre quiso tener. Me dio muchísima lástima criar a nuestra hija y que tuviese una infancia sin su madre: ella murió de un cáncer a los dos años de haberlo tenido. Creímos con esperanza que lo superaría, pero Dios quiso reservarse para sí, una vez más, la octava maravilla del mundo. No sin antes haber tenido un pedazito de ella: nuestra hija Isabela.  

jueves, 17 de mayo de 2012

En un mundo en el que todos se empeñan en ser pesimistas

Yo seré quien piense distinto, yo seré la excepción. Seré, pues, de las únicas personas que sean felices viviendo esta realidad, la que nos ha tocado vivir; seré de las pocas personas que conservan la sonrisa y el sentido del humor mientras el resto camina con la cabeza cabizbaja derechos en su infinita rutina. 

Como podéis ver, hay cambios en el blog, los cuales demuestran la corrección que he hecho de mi forma de pensar sobre la vida. Creo que más de uno ya perdió la ilusión de vivir al terminar la Feria, los días de fiestas y el descanso en general.  Por ello, cambio un poco la dinámica del blog y os invito a pensar un poco e intentaré transmitiros fuerza con mis palabras.

ÁNIMO. Ya queda muy poco; ya es, prácticamente, verano. Ya olemos la brisa de la playa, sólo hay que dar el último sprint y ya se acabó. Mereció la pena todo el esfuerzo anterior, ¿cómo no va a merecer la pena dar un último apretón antes de meternos entre las olas? Puede que ahora sea cuando cueste más, pero ¡la recompensa será aún mayor!
En cuanto a la monotonía,... No os deprimáis. Ni os dejéis sumir por el "tan solo estamos a miércoles" o el "¡uf, qué calor! Mañana empiezo a estudiar. Hoy no  tengo ganas." Otro error que nos suele ocurrir mucho a estas fechas -o, por lo menos a una servidora- es el "hoy me merezco descansar. Llevo todo el curso  a tope; hoy toca siesta." NO. Muy mal. Ya habrá tiempo para descansar cuando toda esta locura de todas los días de la semana con exámenes haya terminado. Mientras tanto, ¡a currar, señores! Que las asignaturas no se aprueban solas.
Pues bien, ahora mi reflexión es la siguiente, ¿cuál es el motivo por el que te levantas cada mañana? ¿Tienes alguna meta en la vida, o vives porque no tienes más remedio que seguir caminando? En mi caso son los siguientes:

Motivos por los cuales sigo viva:

Para no echarlo todo a perder estando a las alturas que estamos. Si me tengo que morir, ¡que sea cuando haya demostrado a mis padres/amigos/profesores/enemigos(?) que he sido capaz de lograr mis objetivos! ¿no? eweU

La vida es dura y el futuro que me espera más aun. ¡Pero es mi futuro! Sea como sea -si es bueno, de puta madre; si es malo será porque tengo que aprender que la vida no es del color de rosa pero se puede intentar hacer lo más apetecible posible- tengo derecho a vivirlo, pues mi futuro me pertenece a mi. ¿Para qué habría servido entonces estudiar tanto si ni siquiera voy a ver el mundo por un agujero?

¿Con quién si no se iba a enfadar mi hermano, discutiría mi madre y vería películas y conciertos mi padre? Sin contar qué harían mis amigos sin alguien como yo, ni mencionar siquiera qué haría el dueño de mis sueños, el ladrón de mi corazón. De ninguna manera permitiría que se lo quedase de por vida si yo no estoy viva ò.ó (<- dios mío, qué paranoia ñ.ñ) 

No moriré sin haber viajado nunca a estos lugares: Inglaterra (mi amada England me espera *----*), Venecia (sí, fui a Italia pero no pisé Venecia, tengo ese capricho *u*), algún que otro país nórdico (pa' saber lo que es el frío, hombre :3) Japón (obviamente *^*) y América (quiero cruzar el charco, hombre...) Nada más que falta África, por dió, menos mal que no quería viajar mucho ._.U pero es que en África hace más calor que aquí .w.


No moriré sin descendencia. E dicho. Tanto talento lo tiene que heredar alguien, fijo.

Me he propuesto hablar 3 idiomas perfectamente, dado que me encanta(ría) viajar. 

(¿y todo esto a qué venía? D:)

Conclusión:
Vive la vida
No te arrepientas
Aprende de los errores
Sé optimista
Ama cuando puedas, mata si te apetece (?)
Si decís que el amor no existe, es que todos estáis equivocados. 

viernes, 11 de mayo de 2012

Pero, para los que aman

El tiempo es demasiado lento para los que esperan, demasiado rápido para quienes tienen miedo, demasiado largo para los afligidos, demasiado corto para los alegres, pero.... para los que aman, el tiempo es una eternidad.